miércoles, junio 01, 2005

Primer Borrador de Ideas Comisión CTI (31.05.05) a.

Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación

0 Un breve diagnóstico sobre el desempeño innovativo nacional

Según el Índice de Competitividad para el Crecimiento del World Bank Forum del año 2004, Chile presenta un rendimiento inferior al esperado en todas las dimensiones asociadas a “capacidad innovativa” : proporción de exportaciones tecnológicas casi inexistente, un bajo grado de colaboración científica entre universidades y empresas, y un bajísimo esfuerzo en investigación y desarrollo, así como en patentamiento. En este ámbito, sólo la publicación de artículos técnicos y científicos está en línea con el nivel de ingreso de Chile. [1]

En Chile, el 0.7% del PIB es destinado a actividades innovativas (última cifra para año 2002), mientras que en los países desarrollados se destina en promedio el 2.1%, y en los innovadores el 3.1%. Lo anterior deja en evidencia la baja proporción del PIB destinada a la innovación en comparación con países de mayor desarrollo. Más aún, Chile posee un nivel crecientemente menor al esperado si se controla por características económicas y poblacionales[2]. Además, parte importante del gasto en I+D es financiado por el sector público (0.5% del PIB).

Si bien el gasto en I+D es un indicador importante del esfuerzo innovador que realizan los países, quizás aún más importante es la forma en que ésta se financia. Los países más exitosos han logrado que las empresas ejecuten y financien gran parte del gasto en I+D (más del 60% de acuerdo al Apéndice 3). Una práctica que es fundamental ya que así tiende a asegurarse que la investigación sea productivamente pertinente y tenga efectos económicos reales. En Chile, esta proporción de gasto en I+D es cercana al 35% (desglosado en 28% empresas privadas[3] y 7% empresas estatales), mientras que el 54% es financiado por el gobierno. El 11% restante es financiado por otros sectores.

En Chile, un porcentaje desmedido del esfuerzo en investigación y desarrollo se dedica a investigación básica - menos de la mitad del esfuerzo total está focalizado en investigación aplicada, mientras que en los países innovadores esta proporción se eleva a más del 80%. Todo esto resulta en que la investigación en Chile no tienda a transformarse en aplicaciones comerciales.

El Índice de Competitividad para el Crecimiento del World Economic Forum y el modelo desarrollado por el Banco Mundial para diagnosticar la posición de cada país en la economía del conocimiento (World Bank, 2004), y el informe de la OECD (2003) coinciden en que el país presenta un sistema Nacional de Innovación (SIN) subdesarrollado, insuficientemente preparado para hacer frente al desafío de crecer con equidad.

Problemas del SIN chileno: falta de directrices, descoordinación, duplicidad de funciones, bajo esfuerzo total, dispersión de programas que no alcanzan a crear masa crítica, baja participación del sector privado, sesgo hacia la investigación básica, falta de financiamiento, “cuellos de botella” en materia de capital humano, y desconexión entre el ámbito empresarial y el ámbito investigador-académico.

En términos de la baja conexión entre el mundo empresarial y el científico-académico se tiene que la colaboración con fines de investigación entre empresas y universidades en los países innovadores es casi un 60% más frecuente que en Chile. Además, el deficiente nivel de interacción entre los agentes privados del SIN chileno también se manifiesta en que la principal fuente de innovación en las empresas son las personas al interior de las mismas, más que un proceso de aprendizaje por interacción con agentes externos.


[1] Ver Apéndice 1.
[2] Ver Apéndice 2.
[3] Los resultados ajustados del Censo de Gasto Privado en I+D indican que durante el año 2002 US$ 123 millones fue financiado por el sector privado, cifra que corresponde a un 0.19% del PIB.